Envidio a quién me grita que luche, que me atreva, que me tire a la piscina. Les envidio profundamente, sé que el mundo no está hecho para cobardes. Pero ¿Qué puedo hacer? No se me dan bien los juegos de azar y el vértigo me impide moverme cómoda por el alambre si sé que no hay red bajo mis pies…
Aún así, sigo odiando caminar en círculos, que se repitan las mismas historias. Aunque varíen los personajes protagonistas, la trama la marca el temor, la vergüenza, la timidez, la cobardía… y, lamentablemente, siempre se sucede un idéntico final. Triste final.
El día que me ayudes a cambiar los diálogos, prometo atreverme a dar un giro al guión.