domingo, 10 de octubre de 2010

Tu nada es más que cualquier todo



Nadie lo entendía. Ni siquiera yo. Pasó una tarde de mayo, de casualidad. Tal y como empiezan la mayoría de historias bonitas. En realidad, esto es lo que a mí me gusta pensar. Esa presencia pasajera se convirtió en la obsesión continua que ha marcado mi existencia en estos últimos tres años. Todo cambió como de cero a cien. Tenía que ser todo o nada. Tres años después, en este gris octubre, nadie lo entiende aún. Sólo yo lo veo más claro. Sigo sin tener nada pero ya no aspiro al cien. En los ratitos en que parece que la historia va a cambiar me pregunto si merece la pena arriesgar. Dura poco ese pensamiento. Arriesgar puede suponer perder y no estoy dispuesta a tanto. Sé que no tengo nada, pero (tu) nada es más que el todo que me ofrezca cualquier otro. No pretendo que nadie lo entienda.









2 comentarios:

  1. Yo lo entiendo... pero si no arriesgas no ganas.

    ResponderEliminar
  2. Yo también lo entiendo, pero a veces hay que arriesgar. Nos arrepentimos de lo que no somos capaces de hacer, lo hecho tarde o temprando se asume o supera.

    ResponderEliminar